Se denominan fracturas de tobillo a aquellas fracturas que afectan al peroné y/o tibia a nivel del tobillo. Al ser fracturas articulares, para minimizar las secuelas que de ellas se pueden derivar, su correcto tratamiento goza de una gran importancia.

En muchas ocasiones, las fracturas de tobillo se producen a través del mismo mecanismo que un esguince (la entorsis o “torcedura” de tobillo). Es importante tener esta consideración de cara al diagnóstico, pues el 15% de las lesiones de tobillo que se evalúan en un servicio de urgencias, son fracturas.

Es dos veces más frecuente en mujeres que en hombres, en especial por encima de la 5º década de la vida.

La osteoporosis es un factor de riesgo importante; es por ello por lo que es más frecuente en mujeres de avanzada edad.

Los síntomas, en muchas ocasiones, son similares a los de un esguince: dolor, edema o hinchazón e imposibilidad de caminar con la pierna lesionada. Es por ello crucial que, para llegar a un diagnóstico adecuado, sea evaluado por un profesional cualificado.

Una fractura de tobillo es una urgencia traumatológica. Inicialmente se ha de llevar a cabo la reducción de la fractura, si procede, e inmovilización correctas de la fractura por profesionales cualificados en la sala de urgencias.

Una vez realizado esto, en función del tipo de fractura y otros parámetros que consideramos, se establece el tratamiento definitivo.

Determinadas fracturas permiten un tratamiento no quirúrgico como tratamiento definitivo (inmovilización enyesada); en otras ocasiones, por el contrario, debemos optar por un tratamiento quirúrgico. Dentro de las técnicas disponibles y siempre en función del tipo de fractura, en ITT® solemos realizar el tratamiento quirúrgico con placas anatómicas de aleación de titanio fijada con tornillos de estabilidad angular junto con tornillos canulados en aleación de titanio.